jueves, 28 de octubre de 2010

Vecino.

Me he tirado todo el verano sin blog y no os he podido contar las cosas, así que ahora os tengo que contar lo que me he tirado en verano, aunque no sea tan actual... ¿O no queréis saberlo? Si es así, mejor no sigáis leyendo.

He viajado bastante este verano y con círculos de gente muy distintos. Una de mis paradas este verano fue un destino de playa bastante turístico cuyo nombre obviaré con una amiga. Nos alquilamos un mini-apartamento y nos dispusimos a dedicar cinco días de nuestras vidas al sol y a la fiesta. Y al sexo, claro, ya me conocéis. Una de las noches fuimos a los chiringuitos/pubs donde se concentraba toda la gente. Bueno, en realidad fuimos todas las noches, pero la que os incumbe es ésta. Allí, un chico que trabajaba en uno de los chiringuitos, nos invitó a unos chupitos. Lo vi varias veces a lo largo de la noche y me guiñó un ojo, me cogió de la cintura... en fin, tonteos leves. Cuando acabó de trabajar, me buscó y se presentó oficialmente. He aquí Agustín, un chico bronceado, de pelo corto, castaño y ojos miel, con unos abdominales dignos de mención pero sin ser un musculitos de gimnasio. Más que nada porque lo suyo era más bien el surf, según me dijo. Tras las presentaciones, intercambiamos los números de teléfono y nos fuimos cada uno por su cuenta, ya que mi amiga no tiene complejo de sujetavelas, pero precisamente cuando nos íbamos me lo volví a encontrar, y qué oportunidad más genial para invitarle a nuestro apartamento. Así lo hice y él accedió sin vacilación alguna.

Subimos, estuvimos un ratito hablando en el salón junto con mi amiga y después esta se fue a dormir a su habitación. Agustín y yo empezamos a liarnos y pronto nos quitamos la ropa, ya que hacía un calor insoportable. Empecé a darle besos suaves en el cuello, a bajar por su torso poco a poco y a chupársela lentamente. Cuando ya hube cogido un ritmo más ágil, comencé a hacerle una cubana (ya sabéis que tengo una 100 de pecho), y él mismo acabó por agarrarme las tetas y pedirme cada vez más. Me dijo que había bebido y que no podía aguantar más, de modo que se corrió en mis tetas. Me encantó que lo hiciese... pero no me conformé con ello.

El apartamento tenía un balcón que daba al patio interior de los apartamentos. Para compensarme el no haber podido aguantar, Agustín empezó a hacerme un cunnilingus, y fue al mirar hacia el balcón cuando me di cuenta de que un vecino nos estaba mirando. Se hizo el loco en cuanto vió que le miraba, pero ya me había percatado de su mirada. No esperaba que a aquellas horas fuese necesario bajar la persiana... pero me gustó aquella mirada y comencé a gemir y gritar mientras pensaba en cómo me miraba el vecino. Cuando Agustín se calentó de nuevo me apoyé en la mesa, de espaldas a Agustín y de frente al vecino, y éste empezó a follarme bruscamente, como a mí me gusta. Yo estaba follando para el vecino, yo era su película porno. Gemí, grité, disfruté... aunque a Agustín no le advertí de nuestro espectador en ningún momento, creo que él también le vió. Follamos para el vecino. Y aunque nunca me ha ido el rollo exhibicionista, aquel día me encantó ser la vecina del porno.

2 comentarios:

  1. a mí me encanta mirar, y (un poquito) que me miren

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  2. jajaja
    aii yo si soy bn exibisionista
    una vez lo hize en un parqe!
    jaja
    fue taaan exitante!




    bessos!
    te espero en mi blog! <3

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